jueves, 28 de diciembre de 2017

CREEMOS EN LO QUE CREAMOS (SI CREEMOS, SI CREAMOS)



21-25-31
¿Cómo hemos construido nuestras manifestaciones religiosas y vivencias de fe? …


La “religiosidad” está entre nosotros los hombres, desde que el hombre es hombre … Siempre así ha sido, por ello, de ello nos resulta tan natural que ya ni nos la cuestionamos.

Se cree en dios como pisamos la tierra, estamos, simplemente en la tierra y dios de siempre en el cielo (1). La tierra lugar de sufrimientos y penurias y el celeste espacio para esa deidad y sus elegidos. Y junto a los elegidos los criterios de tal concurso y méritos conseguidos. De aquellos criterios, los buenos y malos y desde entonces donde hay religión siempre habrá bandos … La rebatimos, tan sólo la rebatimos o anteponemos unos frente a otros, la “postura” nuestra frente a la del otro, … con la triste peculiaridad que todos se creen los buenos porque terminan haciendo sus dioses según sus convenienciasY desde entonces el hombre tan solo discute, apologizando o anatemizando sin salir del carrusel mental, sin dejar de dar siempre las mismas vueltas, creyendo o apostatando, nada más … sube y baja, y vuelta a empezar.
(1) Este dios que anda en el cielo, cual sol, o espacio sideral, siempre en un olimpo o un elíseo, un walhala o nirvana, en estrellas o constelaciones, … siempre en un paraíso extraño y lejano… en un séptimo cielo. Y cuando queremos imaginárnoslo lo hacemos metafóricamente comparándolo con representaciones concretas a nuestro entorno e imagen, unas veces con el trueno o el rayo, la tormenta, el fuego o el mar, la fuerza o la sangre… y con un juego doble de imagen complementaria, unas veces protector y fiero defensor, otras bondadoso y tierno, y otras confusamente irascible y cruel … así a quien temer y agradar, congraciar y contentar… sin darnos cuentas que todo lo que proyectamos en dios es simplemente nuestro mundo y sentimientos.

Somos niños, simples niños cuando pensamos estas cosas “divinas” porque “creemos, ahora si creemos-creamos” nuestro fantasioso mundo de “pegasos, lindos pegasos, caballitos de madera, creyéndolos que vuelan(Antonio Machado). Aunque usemos palabras para describir, no por ello lo descrito es palabra, ni número, ni rezo, ni oblación, ni hostia … Aunque usemos números, las medidas son distancias o cantidades, magnitudes de presión o densidad, … tampoco Dios, palabra o verbo.

Resulta que tanto el 21 de diciembre como el 24 como el 31, son fechas redundantes de un mismo acontecer: el nacimiento del Sol, la Luz o el tiempo, … aunque sean tres fechas y tres liturgias, es un único motivo. Tres versiones de un mismo acontecimiento.

¿Seremos capaces de entender que como cuando vamos en un coche llevados por este sistema se desplazamiento y nos adentramos en un túnel, no se hace por ello la noche, o si por un puente, la naturaleza no se encoge, aunque por la distancia de la altura los árboles se empequeñecen? Llamamos día a la iluminación de la porción de la tierra que nosotros habitamos … No sale el sol, somos nosotros los que nos asomamos a él. Es por efecto del giro sobre sí de la Tierra de una y otra vez … pero nosotros seguimos aun pensando que el Sol sale y se oculta, y le fijamos en nuestros conceptos/atributos mentales, como día, y su ciclo por recorrer su órbita un año, 365 días-“salidas y puestas” de sol. Y con los años, nuestro crecimiento y asignaciones sociales, “edad-capacidad” para esto o aquello… (según nuestra edad cronológica, la edad patrimonial, judicial o penal) y cuando acabamos nos fijan al tiempo con un rotulo que ciñe nuestro periodo de existencia: nació tal día y acabó en otro. Y de ello, si vivió mucho o poco, y si hizo aquello o esto …

Y dios es ya algo tan natural que ni se cuestiona ni reflexiona, se da por hecho y por derecho, nada más … aunque sea … ¡Dios no es lo que yo pienso que es!

Tras este primer argumentario donde confluyo en la conclusión del de Hipona que a dios no le podemos contener, pues como el mar no nos es posible acogerlo en cuenco entre las manos, paso a considerar la necesidad humana de deificarse a sí misma: el propio hombre emular al que pretendiera adorar. Y surge el paradigma de la navidad … dios se hace hombre para así hacerse el hombre dios … y he aquí el santo y sagrado problema: el problema mismo de dios y ¿qué Dios encarnamos en esta Creación?


Ingenuos si llegamos a creer que son poesías infantiles como ésta o el mismo Principito un cuento… ¿Ingenuos...? ¡No! Algo más, que ineptos e incapacitados por no ver lo que otros iguales a ti no quieren que veas, para que tú no sepas más de lo que ellos saben que no saben. Y así rezonguemos brincando, zambulléndonos en nuestros “encantos” mientras nos hundiéramos en el piélago de fangos.

Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera…

Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!

Y es que de igual modo que en la evolutiva de los seres, existen unos "períodos sensibles" en los que se "troquelan" facilmente determinadas capacidades que cuales portales dimensionales nos "trasladan" a otros niveles cognoscitivos, así nosotros, en nuestras propias vidas personales, escalamos o no a esos "espacios del conocimiento".

No hay comentarios: