martes, 28 de febrero de 2017

Cuando el amor es rebelión.



Cuando el amor es rebelión.


En el trasfondo de todo idilio amoroso existe, normalmente solapado, un conflicto que pasa desapercibido -y que no se afronta- resultando ser el intento de transgredir el “tabú” del modelo social de poder establecido.

Los enamorados normalmente mueren no fruto de su amor sino como consecuencia de intentar romper esas normas estructurales informales no escritas que todo el mundo cumple y que por su incumplimiento se ven abocados al castigo o autocastigo…

En la actualidad siguen muriendo enamorados que precisamente por amor, libre de los convencionalismos, rompen o intentan romper las estructuras y formulas convenidas en una determinada sociedad. Así sucediera en su momento cuando los primos nijareños de “Bodas de Sangre” buscaran, en una mula, un camino para su libertad. Así aconteciera a los enamorados de Antequera, Tello y Tagzona, él cristiano, ella mora. También a los conocidos amantes de Teruel, Juan de Marcilla e Isabel Segura, aunque en este caso fuera la pobreza de él, la que impidiera el enlace… Y los prototípicos Romeo y Julieta… donde a las claras se confrontan conflictos de poder sobre territorialidad… [Dejo a un lado a los protagonistas de “La Celestina”, Calixto y Melibea por desenvolverse en otro ámbito moral y doctrinal, más en línea con las novelas de Giovanni Boccaccio y unas tesis próximas a la burguesía mercantil, el padre de Melibea llora, tras la muerte de su hija, el sinsentido de sus logros y riquezas alcanzados, aflorando el conflicto, ya señalado, entre el 'querer ser' y el 'tener que ser', que atrapa a todos los personajes. Junto al asunto de que Melibea fuera de familia conversa y la orquestación ceremonial demasiado asfixiante hacia el impulso natural del goce humanista. Recordemos la “Utopía” del coetáneo Erasmo de Rotterdam quien reclamaba que “antes de comprar catasen” aunque tal iniciativa es “rematada” con un argumento sancionador, las veleidades transgresoras se pagan y penan… el Tribunal de la Santa Inquisición ya indagaba y olfateaba a la sociedad castellana…]

¿Cuántas luchas de vecindad entre unos de un pueblo vecino con otros por desacuerdos en estos trances amatorios pues tras el amor siempre se entremete la imposición del poder y su orgulloso rebate…  o esas incursiones de conquista no amatorias sino meramente procreadoras y demográficas (Rapto de sabinas por los romanos) frente el conflicto mitogénico y eterno de Eros y Thanatos… 

Han existidos otros amores, los “platónicos”, ¿qué fuera de Beatriz para Dante, y Laura para Petrarca, o la mismísima Dulcinea para el caballero andante Don Quijote?; los “románticos”, tanto en la literatura o en la música, porque todas sus señoras, por soñadas, eran reales… pues nada abstracto surge de la imaginación sino de lo concreto.

Y es que EL AMOR TIENE ETAPAS,  MODOS  Y  NIVELES.
El amor enciende y apaga, abre y cierra, es cerebro y cálculo, y hormonal locura. Es generosidad y ab-negación, y eso que llamamos “amor propio”. Es contención y distensión.
El amor es atracción y dominación, es impulso y sumisión, entrega y donación, también preservación... arriesga y protege: superación y supervivencia... paciencia y constancia.
El amor es también contradicción, destrucción y frustración, incoherencia e impotencia, ... porque no lo puede todo, pese a quererlo todo, querer por voluntad o por amor...

EL AMOR ES LA MISMA VIDA, LA VIDA ES EL MISMO AMOR. Es por ello que el amor deba entenderse como la vida misma, cada cual la vive de un modo y a su modo, nadie ni nada igual, la vida es tragedia, la vida es plenitud, la vida es …    y tanto el amor como la vida y hay que saberlo regar y cuidar, podar y abonar cada día y cada instante...  CUIDANDONOS DE, QUE EL AMOR ES REBELIÓN… cuídate pues de él.

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